Rething interpretants and structure around Charles sanders peirce

 El Horizonte de los símbolos:

Interpretante y estructura en la teoría cultural posmoderna



©Por Abdel Hernandez San Juan



     En las cuestiones que hemos discutido hemos querido vía teoría del lenguaje establecer las diferencias entre Saussure y peirce como una entre estructuralismo y simbolismo, pero al mismo tiempo hemos querido discutir cuales son las consecuencias que podrían derivarse de tratar de poner en relacion el estructuralismo de Saussure y la semiótica de Peirce 

    estableciendo nuestro concepto de correlato de mundo, 

    el correlato de mundo, como hemos discutido, se mantiene en el orden de las relaciones entre el texto y los mundos sean estos mundos de realidad o lo sean de ficción y las relaciones al mundo que es correlato del texto como hemos discutido en otra parte trabajan solo en la medida en que el correlato facilita movernos entre las pasarelas  a nivel fenomenológico de las relaciones entre el mundo en sí y el mundo Fenomenico (Hegel), entre el mundo de vida en su inmediatez de mundo pragmático y el mundo de los símbolos o las simbolizaciones, 

    las mismas, sin embargo, aunque facilitan hallar no solo correlatos entre el texto y el mundo sino también entre formas simbolizadas del mundo y formas directas del mundo entre distintos tipos de textos potencialmente interpretantes unos de otros, se alejan de lo que entendemos propiamente como pragmatismo, si distinguimos el pragmatismo de una idea vaga y limitada de practica según la cual a cualquier forma de practica la llamamos pragmática estamos muy lejos del pragmatismo en si como filosofía, dimensiones practicas  tienen todas las corrientes filosóficas, pero el pragmatismo no se reduce a la idea de practica

    El  concepto de interpretante que hemos discutido en Peirce nos distancia a pesar de sus relaciones etimológicas del  concepto de interpretación, este último supone la actividad interpretativa desarrollada por un sujeto relativamente centrado a quien un mundo o un texto se le hacen inteligibles, los decodifica o los interpreta, el concepto de interpretante en su defecto puede y en la mayoría de sus formas prescinde en sí mismo de un sujeto que interpreta aunque como veremos ello es relativo, en principio un interpretante es solo otro signo, una palabra, por ejemplo, que interpreta a otro signo volviéndose asi la condición mínima de traducción, un signo es traducido por otro perse a e independientemente de su relacion denotativa o referencial a un objeto o a su ground, 

    la relacion de un signo al ground del signo, es decir,  la parte suya que se relaciona al objeto como aquello a lo que se dirige o indica y la relacion del mismo al objeto por el modo como aquel se refleja en este,  su representatement establecen un correlato pero al mismo tiempo ello no inicia aun la significación sino a penas las relaciones de ilación (Derrida) entre denotación y connotación, la condición de posibilidad para que se inicie el proceso de significación es que otros signos han de interpretar al primero iniciando en esa traducción el proceso de significación que remplaza a la relacion del signo con el objeto, 

   el representatement, reflejo del objeto en el signo, el ground, momento del signo que se dirige al objeto y el correlato inician este desplegué que principia a  lanzar la relacion entre los signos hacia ella misma como secuencia de significaciones, pero dado que los signos se traen con ellos en el representatement, el ground y el correlato lo que de una vez los relaciona pero también los separa del objeto en el proceso de significaciones que inicia con el signo interpretante la realidad misma dada esta en relaciones entre signos indiciales, signos icónicos y símbolos viene en el signo urdida como significaciones en la semiosis infinita, desde este momento, el interpretante puede iniciar a desprenderse del signo en el sentido de que un sujeto puede efectuar respecto al lenguaje la actividad interpretante, sin embargo, en este punto, lo que diferencia a la disposición del interpretante o a su uso de la actividad interpretativa es que no interpretamos directamente en la relacion entre la exegesis y el texto o entre la hermenéutica y los sentidos, sino que interpretamos con otra cosa externa a nosotros que es ella misma el interpretante de alguna otra, 

     lo antes dicho nos sitúa de una vez en una diferenciación metodológica, no es lo mismo interpretar que poner en relacion cosas que pueden ser ellas en sí mismas interpretantes unas de las otras y en este sentido el concepto de interpretante conserva o preserva cierta exterioridad en la que ponemos en relacion objetos o formas de la subjetividad objetivadas entre ellas, pues en esta última hablamos desde lo más simple, un signo como interpretante o traductor del otro, hasta lo más complejo con sus intermedios graduales, un libro de un autor como interpretante de otros libros del mismo autor, y más allá, una cultura como interpretante de otra cultura, una estructura como interpretante de otra. Estamos pues trabajando con ello dentro de lo que en semiótica entendemos como lenguaje objetos. 

      Sabemos que con estas ideas avanzamos mucho más allá de lo discutido por Peirce y sus comentadores o críticos, pero basados en el legado de su concepto de interpretante exploramos posibilidades no previstas en aquel pero epistemológicamente deducibles o inferibles de suyo.

    De hecho, nuestra idea de que a diferencia de interpretar en nuestro propio usual sentido hermenéutico –relacion hermenéutica/sentido (Abdel HSJ, El horizonte intramundano, Sobreordinaciones en los mundos de vida) o exegéticos (The Exegesis of the texts of cuture en Self and Acerbo y en este libro Hermeneutic and Culture), interpretar con interpretantes supone no interpretar uno directamente un texto, sino interpretar un texto con otro texto, un libro con otro libro, una estructura con otra estructura o una cultura con otra cultura, esto se aleja ciertamente del nivel microscópico en que trabajan los puros signos unos como interpretantes de los otros toda vez que deduciéndolo de la relacion de exterioridad de los signos hemos puesto en el lugar de estos signos-objetos o lenguajes objetos por valernos de un concepto semiótico más moderno, es decir, formas de la cultura bien subjetivas o bien objetivas pero que objetivadas como lenguajes objetos pueden ser como los signos susceptibles de trabajar como interpretantes unas de las otras. 

    Si hemos efectuado este desplazamiento de los ejes de la teoría del interpretante, la cual para nosotros juega también un lugar en lo que llamamos los modos de anticipación escritural del lector, no es por otra cosa sino porque en la llamada semiosis infinita que se deriva de la relacion entre interpretantes esta de todos modos implícita la pregunta, y que ocurre cuando el interpretante no es ya, como en la oración, la frase o el párrafo, el signo que articulado gramaticalmente correspondía adecuadamente en las relaciones de sentido al signo anterior o posterior que lo traduce?, los indicios para la respuesta a esta pregunta no solo son inclusivos al hecho de que peirce no siempre y la mayoría de las veces no discutía signos en la oración sino también signos visuales como el ejemplo el gayo o  la estufa, entre otros y que efectivamente el interpretante continua trabajando en ellos, a pesar de ello también en los signos visuales los interpretantes suponen una cierta ilación entre lo que estaba antes y lo que se sigue es decir remitidos a una cierta gramática como la que podría deducirse del gayo en el atico que indica la dirección del viento. 

   Es en este sentido que podemos complejizar los interpretantes hacia la teoría cultural toda vez que conociendo el recorte que estamos haciendo de un research estemos en condiciones de hacer susceptibles unas estructuras a la interpretación de otras y de que unos objetos o formas objetivadas de lenguaje y cultura sean susceptibles de ser interpretados unos según los otros.

    Este concepto de según es aquí determinante pues al trabajar con interpretantes interpretamos una cosa según otra o la hacemos trabajar en ese sentido, obviamente todas las relaciones no resultaran efectivas, pero si estamos en dominio de nuestro research y del recorte que con el mismo estamos desarrollando nosotros mismos sabremos diferenciar cuales son más adecuadamente interpretantes propicios de las otras. 

   Por otro lado con lo anterior deberemos movernos en un zigzagueo que no avanzara necesariamente en forma lineal, sino atraves de recorridos discontinuos y oblicuos a propósito de los cuales nos iremos moviendo entre una variedad de estructuras y formas culturales para interpretar otras y desarrollar asi una serie de cuestiones epistemológicas y metodológicas sobre la teorización cultural que centran nuestra atención. 

    Como veremos más adelante el campo de lo simbólico o de lo que entendemos propiamente como simbolismo y como lo simbólico, no se hace solo del despegue que emprende el interpretante en relacion al objeto vía significados ni se hace solo del alejamiento que Peirce quiso o deseo para la semiótica respecto al mundo directo de la impresiones sensibles y de los datos de los sentidos, los símbolos, que a diferencia de los signos, están más alejados que aquellos de funciones deícticas e indexicas, es decir, reflejas e indicativas respecto a los objetos en términos referenciales son tanto más figurales, --si bien un signo es ya un modo de lo simbólico o lo proto simbólico, y perse al hecho de que para peirce los pensamientos también son signos--,  cuanto que los símbolos también  son formas y en la medida que son formas son pues también estructuras, e incluso a la inversa, las estructuras son símbolos.

     Una vez entendido asi que las estructuras son símbolos nos alejamos tanto del operacionalismo como del ontologicismo estructuralista a que se refería eco pues si bien a lo sumo el trabajo con una estructura es más una operación metodológica que un trabajo con objetos reales los símbolos no lo son menos y si una estructura es un símbolo o pertenece al orden de los símbolos estas no son más que sinécdoques atraves de las cuales unas formas pueden ser interpretantes de otras, ni más ni menos, una estructura, como cualquier objeto o sujeto objetivado no es otra cosa que una de las formas del recorte, 

    el concepto de recorte ciertamente nos remite directamente a la relacion entre sujeto y objeto que por vía del conceptualismo en la filosofía analítica del lenguaje y de la ciencia hemos mantenido autoserciorado y cerciorado de esa relacion perse a independientemente de que lo hagamos desde una perspectiva que busca como la cultura objetiva es una forma de la subjetividad y como las formas de la subjetividad son formas de la cultura objetiva y a la inversa, en que lo subjetivo o lo objetivo trabajan en nuevos modos. El recorte es, de hecho, el concepto que viabiliza esta interrelación (sobre la relacion entre concepto y recorte ver nuestro ensayo sobre el concepto y la superficie en nuestros análisis pos geométricos y posaritmeticos del campo de conceptualidad).

      En lo que sigue desarrollamos una teorización nueva respecto al tradicional dilema del estructuralismo como fue discutido por Eco en la discusión sobre estructuralismo operacional y estructuralismo ontológico, asi como en sus análisis sobre la autodestrucción ontológica de la estructura. 

     En pocas palabras, desde una perspectiva fenomenológica y pragmatista en el sentido del pragmatismo anglosajón y en el de Habermas sobre una pragmática universal nos esforzaremos por discutir cómo los análisis estructurales y las desiciones tanto metodológicas –operacionales--como empíricas—relativas a estructuras objetivas  pueden trabajar en un sentido distinto tanto a las dos variantes discutidas operativa y ontológica como a la variante de la autodestrucción ontológica de la estructura desarrollada en torno al tema de la Differance en Derrida, desarrollando una analítica en la que las objetivaciones de estructura entran a formar parte, como los signos, de un trabajo con los interpretantes, es decir, donde unas estructuras son remitidas en tanto pueden ser interpretantes de otras, y unas de las otras sin fijarlas ni en un punto ni en el otro. 

     Lo antes discutido pone de cierto modo en entredichos que la lógica de Peirce que más congruentemente podrá remitir a lo que él llamaba gramática especulativa y retorica puras, además de la semiótica, pueda ser propiamente como él supuso propiamente una pragmática, no parece de hecho corresponder a una misma serie una filosofía del universo antes bien deudora de Hegel y a la postre fenomenológica, de una pragmática derivada de un simbolismo, podríamos quizás hablar, como en Morris y searly de una protopragmatica pero a todas luces aún muy defectuosa y en ningún caso plenamente desarrollada, 

   la pragmática requiere, como en otro modo la hermenéutica pero más incluso que aquella que la relacion entre el lenguaje y la realidad, entre la interpretación y los actos que se suceden en la actividad dadora de sentidos que hilvana la relacion entre lenguaje y mundo practico trabaje sobre y desde la inmediatez del mundo de vida o a lo sumo de la cultura en directo y no de la cultura en este sentido de la teoría de Peirce alejada del mundo de vida hacia el remplazo de los objetos por el universos de los signos y en última instancia susceptible a la interpretación de unos objetos por otros o de formas de la subjetividad objetivadas entre sí, 

   ello se aleja del inmediacy hacia el universo de los  símbolos siendo más propicia para la teoría simbólica que propiamente para la pragmática y dado que nosotros partimos de un punto de vista en que pragmatismo y fenomenología trabajan juntas y una con la otra y en la hermenéutica, (el horizonte intramundano, sobreordinaciones en el mundo de vida, etc) este concepto lo entendemos en el sentido del pragmatismo anglosajón y en Habermas, deberemos pues distinguir que aunque los interpretantes de Peirce viabilizan ciertas operaciones metodológicas de orden relativamente practico en lo que respecta a disponer de interpretantes en la teoría cultural se refieren exclusivamente a la comprensión de los símbolos

       Hemos dicho que las estructuras son símbolos, pero no hemos precisado aun cómo y en que formas son símbolos. 

     Si yo recorto la relacion lengua-habla a nivel sincrónico, es decir, ahora y aquí en el triple presente del espacio obtengo una estructura, esta se forma del hecho de que reconozco que la lengua es establemente la misma y que es invariante en tanto el habla es la ejercitación de ese lenguaje en un modo practico, como lo es también escribir y leer, las variaciones que introducirán estas últimas, sin embargo, nunca modificaran la estructura de la lengua porque tendrán que regirse por sus reglas y su gramática, al tener esta estructura relativamente estatizada puedo ir a esa lengua como ella descansa en sus reglas sin ir aun a sus usos y analizarla, pero puedo luego  ir a ella también en su usos, y analizarla. 

    La estructura que hemos obtenido es ambos cosas, por un lado la hemos conseguido gracias a nuestro recorte, sin separar a la lengua y al habla en el recorte sincrónico aquí y ahora relativamente estable no daríamos con esa estructura ni podríamos analizarla, pero al mismo tiempo este recorte nos ha puesto en contacto con una realidad objetiva del lenguaje, es el lenguaje en su realidad objetiva el mismo esa estructura?, la repuesta a esta pregunta es que tan pronto recortamos el lenguaje en otro modo que no sea relativamente estático, o dinámico de acuerdo a un recorte sincrónico, ya no vemos su estructura, de modo que, es el recorte que hemos hecho el que nos ha dado una idea estable, invariante y estructural del lenguaje, que el lenguaje puede ser simbolizado como una estructura es indiscutible como nos lo ha mostrado el recorte, que esa estructura como símbolo nos permite movernos atraves de él es también indudable y que en esa relacion entre nuestro recorte y el lenguaje llegamos a dar con infinidad de fenómenos que son ambas cosas objetivos y subjetivos en aquel también es indudable, pero que si cambiamos el recorte el lenguaje podría ser entendido y recorrido en modos que ya no reparan en las estructuras y que en el mismo hallaremos lo que a su vez disuelve la estructura es también indiscutible, solo basta que situemos a ese lenguaje dentro del lenguaje más general de la cultura, o que en su defecto, lejos de recortar el lenguaje por lo que él es en sí, lo recortemos de acuerdo a como es interpretado por alguien ajeno a su producción, es decir, por un destinatario, receptor, lector o interprete, los mismos elementos que antes resultaban relativamente sustraídos del tiempo y del espacio, son devueltos ahora a una secuencia en la cual se diseminan y se vuelven imprecisos y las estructuras, no pueden ya ser fijadas en torno a códigos sino que se esparcen en presuposiciones sobre el acervo y sobre la polisemia interpretativa del lado del interprete, o en la comunidad de lenguaje del lado de la cultura, en la misma forma, si recortamos los espacios dejados por los signos a través de los cuales entre cada uno se define no por el otro que lo traduce, sino por el otro que no es y por el espaciamiento y temporización que media entre uno y otro, ese espacio vacío, en términos de la relacion marca-signo/espacio-nada, signo-presencia, nada/ausencia disemina la idea de estructura por el lado de la relacion entre ese lenguaje y la diferencia, de un lado, y por el lado de ese lenguaje y el ser o el ser y el pensamiento por el otro.

    De modo que la estructura no ha sido otra cosa que un modo de simbolizar el lenguaje dado en nuestro recorte, no ha sido ella misma otra cosa que un símbolo.

   Este símbolo, por supuesto, dista en algunos aspectos de acepciones usuales de lo simbólico, una estructura no es una metáfora, tampoco propiamente un lenguaje figurado, pero una estructura si es una sinécdoque toda vez que su lógica presupuse poner en relacion dos ideas geométricas y aritméticas de superficie y de espacio, el tiempo en una estructura está relativamente detenido y el espacio esta transformado en relaciones entre superficies, líneas y puntos que crean una yuxtaposición o superposición entre la estructura formal, bien sea que la traigamos de un modelo previo bien sea que la abstraigamos de esa misma forma, y la estructura de la cosa, el objeto o aquello que es susceptible de nuestro análisis estructural, si yo aisló una estructura hago un recorte que pone en relacion dos planos uno  abstracto  y otro concreto, el abstracto abstrae del concreto una forma pero no se le une enteramente sino que trabaja siempre como una sobreposición o como una repetición, un plano queda relativamente delante del otro, por lo general el plano formal esta delante más cerca de nuestra mirada, es decir, del sujeto de conocimiento y el plano adyacente es aquel de lo concreto respecto al cual nuestra estructura formal sobrepone o repite,  no hago otra cosa que poner en relacion dos superficies cuyos ejes y líneas permanecerán continuamente en una relacion de equidistancia pero trabajan juntos y a la par, del plano concreto voy abstrayendo lógicas formales y de las lógicas formales abstraídas me voy quedando con modelos lógicos que vuelven otra vez al plano concreto y regresan al abstracto buscando entre unos y otros las relaciones significativas. 

   La sinécdoque trabaja en un modo muy similar, un plano correspondiente a un espacio se desprende a aquel y en su relacion con el plano de otro espacio simboliza el espacio del cual se desprendió en su relacion con el nuevo espacio al cual se relaciona, incluso también la metonimia, una metonimia es siempre una relacion entre dos planos, uno es simbólico abstracto el otro parece una parte de un todo del cual se ha escindido. 

     Cuando abstraemos una estructura que no se corresponde ya por mimesis a lo que supondríamos de ser la estructura de la cosa o el objeto, el plano figural que es abstraído y que consideramos modelo nunca puede ser enteramente representado, puede ser evocado a través de dibujos y gráficos que pretendan separarlo del solo dibujo o grafico en el cual se abstrae la pura estructura de la cosa o el objeto en sí, nunca puede ser enteramente representado porque es una abstracción y mantiene con el objeto siempre una relacion adyacente, pero luego los dibujos de esos dos planos, el abstracto formal que no es una mera mimesis de la supuesta estructura de la cosa, y aquel que supone reflejar la estructura que se supondría idéntica a la de la cosa o de suyo, deben superponerse o ponerse en una relacion a través de la cual moviéndonos entre un plano y el otro hallar relaciones paradigmáticas o significativas, creamos una sinécdoque con aspectos abstraídos de un espacio sobrepuestos o adyacentes a otro espacio. 

   La estructura es pues ella misma simbólica en el mismo modo en que los tropos y el único modo de dar con ella es por medio de recortes. 

   Lo anterior no significa que no hayan estructuras, hay estructura en el pensamiento como la hay en el lenguaje y en la cultura, pero la estructura como los tropos es un centauro, mitad animal mitad hombre, es decir, mitad referente al objeto en sí, mitad referente a la representación y ella en gran medida pertenece a los recortes que son propios de las relaciones entre las representaciones y los objetos, no podemos definirla propiamente como un signo porque la estructura no es un símbolo diádico compuesto solo de reflejo, referencia y objeto, sino que es un símbolo abstracto como por ejemplo la perspectiva, la perspectiva es también al mismo tiempo representación y objeto, representación y realidad, una vez discurre en el plano puro de la percepción representacional sin remitencia al plano de los objetos, la realidad y el mundo, y otra vez discurre enteramente como perspectiva en y de los objetos por ellos en sí mismos. 

   Son conceptos ambos, estructura y perspectiva que guardan una relacion con los principios miméticos que hacen más o menos subordinada o más o menos dependiente o independiente a la representación respecto a lo representado y como la representación nunca es idéntica a lo representado, son símbolos que quedan en un espacio intermedio dado por esa misma disyunción y que trabajan precisamente con sus silogismos lógicos. De hecho, los silogismos mismos, desde Aristóteles no son más que símbolos. 

    Realizado nuestro despeje de que las estructuras son símbolos estamos entonces en condiciones de discutir que puede relacionar estas dos formas de alejamiento o retirada hacia lo simbólico respecto al mundo de las impresiones sensibles, el interpretante y la estructura, 

      el primero se forma de una relacion inicialmente tríadica una vez y diádica la otra signo-representatement-ground-objeto (tríadico)=denotación/connotación (diádico/interpretante)

    Precisemos aquí que es distinto en términos de teoría cultural, sociología, antropología y etnografía, lo antes discutido de la simple o tradicional idea de que se trata de una relacion entre la cultura del autor y otra cultura sobre la cual este ofrece una interpretación o representación, lejos de entrar en relacion una cultura externa a la otra, la del autor y la de la cultura en cuestión, el trabajo con el interpretante en el modo en que lo hemos teorizado separa la subjetividad del autor de la interpretación de la cultura debido a que no se efectúa una interpretación entre la exegesis y el texto, o la exegesis y la cultura, sino entre otra cosa distinta del autor que puede ella misma, como un signo respecto a otro, ser interpretante de la otra, de modo que tenemos antes bien un trabajo consistente en averiguar, hallar, dilucidar y hacer inteligible, como unas formas tomadas de unas estructuras pueden ser interpretantes de otras estructuras y como formas de una cultura pueden ser interpretantes de formas de otra cultura quedando el trabajo de teoría cultural en un continuo signageo que va y viene de una forma a la otra y se mueve entre ellas, es decir, reservando el espacio para la analítica y la teorización a este trabajo con los interpretantes. 

    Aunque de ningún modo estamos aduciendo con lo anterior que todas las formas de trabajo hermenéutico y empírico tengan que trabajar necesariamente en este modo, como de hecho no lo ha sido según haya sido el tema y el tipo de research en que nos hemos centrado, lo que estamos sosteniendo en breve es que el presente libro está centrado en ello desde el momento en que cuestiones epistemológicas y metodologías de teoría del research que van juntan con el discernir de la teoría de lo simbólico desde el punto de vista de la teoría cultural están en el centro de atención. 


Notas


Es preciso agregar algunas notas sobre Peirce. De nuevo, como respecto a Gadamer a quien se asigna lo que a propósito suyo sería posible solo gracias a una reinterpretación habermasiana de Gadamer, encuentro en enciclopedias públicas como Wikipedia la aseveración de Peirce como prácticamente el principal teórico pragmático de lo cual podría derivarse no otra cosa que el fin, la muerte y la acientificidad del pragmatismo, no estoy con ello negando que no haya sido Peirce el primero que hablo de pragmatismo como tampoco aduciendo que una historia del pragmatismo pueda renunciar a peirce como  iniciador, pero no hay todavía en peirce una pragmática científicamente demostrada, si el pragmatismo como filosofía renuncia a la relacion representación-realidad,  para en su vez establecer la relacion no representacional entre lenguaje y practica con la realidad llamada de este lado y no del lado de la representación, más de la mitad del sistema de peirce basado en la relacion entre signo y referente (desde el mismo análisis de sustancia y cualidad del inicio) en el modo del indicio, la inferencia y las distintas formas del signo quedaría fuera del pragmatismo, en tanto la otra mitad que remplaza al objeto-referente por el interpretante iniciando la significación y lo simbólico lanzada a la relacion entre signos que se traducen unos a otros conduce al simbolismo quedando el pragmatismo otra vez desalojado en una filosofía del universo o cosmología, no hay forma por lo demás de basar el pragmatismo en interpretantes, no solo es un concepto insuficiente visto en términos  pragmáticos, si bien interesante, atractivo y de potencial para el simbolismo. Pero simbolismo y pragmatismo son dos cosas muy distintas. El único modo de justificar a Peirce en términos pragmáticos sin lo cual el pragmatismo carezca o adolezca de una justificación exacta y científica, sería a través de la semiótica de la cual sin dudas es el iniciador junto a Saussure, pero la semiótica es ya entonces una ciencia aplicada al especifico territorio del estudio de los signos y el pragmatismo implícito a esta, esta constreñido dentro de los límites de una disciplina que no puede ella sola dar bases al pragmatismo como una filosofía, es indudable que aunque Peirce haya enunciado el pragmatismo este era aun en el un protopragmatismo, el concepto de semiosis infinita es atractivo pero es ambiguo y confuso desde el momento en que puede trabajar en direcciones muy distintas y a veces contrarias entre sí, bien hacia una cosmología de los signos –filosofía del universo--o bien hacia una idea de la realidad en base a los significados pero de este lado, debido al origen referencialista de su teoría del signo, no tiene las articulaciones que el pragmatismo requiere, aducirlo de la inferencia no es suficiente solo podría ser asimilado por una hermenéutica, de modo que el pragmatismo como una filosofía plenamente desarrollada solo puede defenderse con el trabajo de muchos autores posteriores, es obvio como sabemos que el pragmatismo nació en estados unidos y que es una filosofía de sello estado unidense, pero ello se debe al trabajo y el esfuerzo de muchos teóricos a lo largo del siglo hasta el presente dentro de los cuales me incluyo. El inglés de Peirce por lo demás, como dice Eco, era pésimo.





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